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Bajo la sombra de la Acrópolis, los callejones laberínticos de Plaka guardan siglos de historias, si sabes dónde mirar. La mayoría de los visitantes no pasan de las calles principales llenas de souvenirs, perdiéndose el alma verdadera del barrio. Más del 80% de los turistas se agolpan en solo tres calles concurridas, mientras que iglesias bizantinas, talleres de artesanos y patios llenos de parras esperan sin ser descubiertos a pocas cuadras. Es frustrante ser empujado por las multitudes mientras intuyes que hay mucho más por explorar, o que todos los restaurantes parecen pensados para turistas. No viajaste a Grecia para esto. Plaka merece ser explorado con calma, convirtiendo un simple paseo en un viaje en el tiempo por la vida otomana, neoclásica y ateniense moderna.
Escápate de las multitudes en la calle Adrianou
Las tiendas de souvenirs y los cafés abarrotados de la calle Adrianou atrapan a la mayoría de los visitantes, pero la magia de Plaka está en la dimensión vertical. Frente al Museo Helénico de los Niños, busca las escaleras casi escondidas marcadas como 'Anafiotika' – construidas en el siglo XIX por albañiles de las Cícladas, te llevan a un pueblo blanco que parece teleportado desde las islas. Cuanto más subas, más desaparecen los puestos de postales, reemplazados por casas cubiertas de buganvillas y gatos tomando el sol. Las mejores horas son por la mañana temprano o al atardecer, cuando la luz dorada ilumina los escalones de mármol y los turistas aún no han llegado o ya se han ido. Lleva agua y zapatos antideslizantes – las pendientes son empinadas – pero la recompensa es el silencio repentino y las vistas hasta el golfo Sarónico.
Dónde comen los locales cerca de la Acrópolis
Las tabernas con menús multilingües y reclamos fuera no son donde cenan los atenienses, aunque su conveniencia tiente a los caminantes cansados. Para sabores auténticos, dirígete a la intersección de las calles Epimenidou y Erechtheos, donde las psistarias (asadores) familiares operan desde los años 60. Busca carteles escritos a mano en griego y mesas medio llenas de vecinos – señales de que estás en el lugar correcto. A la hora del almuerzo, sigue a los oficinistas hacia pequeños 'mageiria' (cocinas) como To Kafeneio, donde señalas ollas con tomates rellenos o estofado de conejo. Consejo: si te ofrecen un digestivo después de comer, has encontrado un tesoro. Estos sitios rara vez toman reservas, así que llega antes de las horas típicas griegas (2pm para comer, 9pm para cenar).
Joyas bizantinas escondidas a simple vista
Mientras todos corren hacia las columnas fotogénicas del Ágora Romana, se pierden el legado medieval de Plaka. La iglesia del siglo XI de Hagios Nikolaos Rangavas parece modesta desde la calle Lysikratous, pero dentro encontrarás frescos originales y un patio donde se reunía la nobleza bizantina. Más al sur, el Museo de Instrumentos Musicales Griegos esconde una sorpresa: su sótano revela un tramo conservado de la muralla del siglo IV a.C. Para el mejor momento histórico, visita la Torre de los Vientos en la calle Kyrristou antes del cierre, cuando las multitudes se dispersan y aún se ven los mecanismos del reloj hidráulico. La entrada rara vez supera los 3€, y muchos sitios son gratis, ofreciendo alternativas cuando la Acrópolis agobia.
El arte del paseo nocturno por Plaka
Al atardecer, cuando la Acrópolis se tiñe de rosa, Plaka se transforma. Los turistas diurnos se retiran, mientras los atenienses salen para su 'volta' (paseo nocturno). Es el momento ideal para explorar el norte del barrio, donde el jazz puede filtrarse desde un bar escondido o un anticuario te invita a probar licor de mástiha. Olvida los mapas – déjate llevar por calles como Stratonos, donde mansiones del siglo XIX albergan galerías de arte. Si te pierdes (y ocurrirá), recuerda que las calles siempre descienden hacia Syntagma, así que terminarás en un punto conocido. Estos paseos sin rumbo revelan el verdadero carácter de Plaka, donde el aroma del jazmín reemplaza al humo del souvlaki y los artistas charlan desde sus balcones.
